Fue como esas cosas que pasan. Que no se pueden evitar. Ese viernes 27 entró en la historia del Movimiento Popular de nuestra Patria. Fue la coronación de un tiempo y la puerta de entrada a otro. La opción de volver atrás no existe.
Ella estaba. Él estaba. Estábamos todos. Cada garganta, cada estremecimiento, cada V dibujada en los dedos era parte indispensable, no podía falta nada de lo que estaba. Como un grano de arena en la inmensidad de una playa.
Hay un plano material. Lógico. Indiscutido. Concreto.
¿Pero lo otro? Eso que no tiene nombre, que llamarlo alegría queda corto. Eso que te llena el alma. Que te empujó la lagrima cuando volviste a verlo bajar el cuadro. Eso que está. Que viene desde antes que nacieras. Pueblo que le dicen. Eso que te hizo gritar cuando la viste entrar y te hizo sentir que te hablaba vos. Sólo a vos. Porque Vos sos Todos y al revés.
¿Frio, que frio? Yo sólo sentí calor. Las sonrisas de los Compañeros brillaban, como la sonrisa de Evita en cada remera negra. Porque sentimos lo mismo… porque soñamos lo mismo.
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