jueves, 7 de marzo de 2013

UN PROFETA MODERNO.



El alejamiento físico del Comandante Hugo Chávez es uno de esos golpes solo comparables a lo que pudimos sentir el 1 de julio de 1974, o el 27 de octubre de 2010, cuando Juan Domingo Perón y Néstor Kirchner dejaron de estar entre nosotros para tansformarse en símbolos eternos de las banderas emancipatorias de los pueblos de nuestra América.
Eso mismo ocurrió ayer con Hugo Chavez. El 5 de marzo quedará como una de las fechas más tristes para los pueblos latinoaméricanos. Fue el hombre que en América Latina volvió a poner el nombre que merece cada circunstancia: Oligarquía a la Oligarquía, Imperialismo al Imperialismo, y unidad latinoamericana como única salida posible al laberinto de nuestra historia, sin pelos en la lengua ni miedos del fin del mundo. Porque estábamos renaciendo de la larga noche orquestada por kissinger y elevada al máximo nivel por el consenso de Washington y sus cómplices locales.
Murió el comandante, político y militar, pero acaba de nacer el mito revolucionario, invencible y eterno, que como los vientos recorrerá la región, de norte a sur y de este a oeste, inflamando el corazón sedicioso de los pueblos humildes en la lucha por alcanzar su irrevocable destino: el de la justicia social y la independencia definitiva.
Sobrevivirán por siempre, los que mueren por la patria. Hasta siempre comandante...

Marcelo Koenig, director Escuela Superior de Gobierno.
Buenos Aires, 6 de marzo de 2013

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